¿Y si la vida no es una escuela, sino un juego?


Hay una idea que resuena en mí con una fuerza increíble: la vida no es una dura escuela, sino un maravilloso juego. Aunque muchos sabios ya lo han dicho antes, quiero compartir por qué este paradigma tiene el poder de transformar cada una de nuestras decisiones y hacer nuestro día a día más cálido y disfrutable.
Es necesario tener el propio paradigma de lo que es y significa la vida, vivir, estar vivo, porque de ese paradigma derivará cada decisión, cada sueño, la prioridad que demos a tal o cual cosa.
El paradigma de la vida como un juego me gusta, casi más que el de “Escuela”, tiene un condimento más “cálido”, más disfrutable.
¿Venimos a aprender o a experimentar? Quizás la verdadera lección no está en acumular conocimiento como si fuera un examen, sino en la sensación misma de vivir. El aprendizaje puede ser teórico, pero la experiencia es piel, es corazón, es el sabor real de la existencia que se graba de forma indeleble. Vinimos aquí a sentir la alegría, la melancolía, el asombro... todo eso que no se puede estudiar en los libros del alma, solo se puede vivir.
Justo vi en estos días un video, bello, inspirador, cuya protagonista era una mujer de 95 años.
Algunas de las palabras que aquí escribo salieron de, o se inspiraron en ella, para ser sincero. Pero pienso que es válido igualmente; un gran Maestro que tuve en esta vida hablaba de “juntar, unir y prender, para llegar a comprender”. Podría decir que aquí sería juntar unir y prender, para llegar a experimentar.
Juguemos.
No como algo infantil o naif, sino como algo creativo e importante. Hay que jugar bien este juego de la vida para pasar al siguiente nivel.
En oriente jugar es algo sagrado, creativo y hasta hay un dios que juega, ¿Por qué en occidente nos cuesta tanto?... Pareciera que solo hay que “lograr”, y “conquistar” y ser “productivo”...
Pero para mí se trata del misterio y del milagro de estar vivos, de ABRAZAR EL ASOMBRO, la maravilla, el gran misterio... es necesario e imprescindible dedicar bastante tiempo a no tratar de comprender ni entender nada, sino a explorar y explorarnos, jugando, creando, sintiéndonos una bella parte de todo lo que existe. Sintiendo. Habilitando el corazón y aquietando la mente, ya decía Facundo Cabral: “De nada sirve tu inteligencia, porque ni un solo metro agregará a tu existencia”.
Te propongo un desafío: Date unos días para jugar, para disfrutar cada cosa que hagas, para hacerlas de otra forma nueva, comenzando por el simple hecho de respirar... y luego, escribas en una hoja de papel la experiencia. Seguramente algo en tu interior se habrá movido y ya el juego comenzará a ser parte de tu vida, de tu día a día, de ese único momento que existe: el eterno presente. Es un viaje de ida, como la vida.
Te dejo un gran abrazo, dejo de escribir y salgo a jugar...