Gratitud, va con mayúscula.

"Me levanto. Me despierto. Estoy vivo. Siento gratitud. Empieza el día"...

5/11/20252 min read

Me levanto. Me despierto. Estoy vivo.

Siento gratitud. Empieza el día.

A veces, este hecho tan simple —estar vivo— debería bastar para que algo se expanda dentro mío. Una sensación abierta, confiada, casi panteísta. Esa certeza de que soy parte de algo más grande. Llamalo vida, universo, Dios... es igual.

Cuando eso sucede, me siento bien. Me habito mejor.

Pero otras veces, me olvido.

Lo doy por sentado. Me separo.

Y en esa separación nace el temor, la urgencia, el control, la insatisfacción. La desconexión.

Entonces confirmo: no es lo mismo vivir con gratitud que sin ella. Lo noto en el ánimo, en el cuerpo, en la forma en que miro el mundo. ¿Por qué no elegir, sencillamente, estar agradecido?

Miro por la ventana. Los árboles, el viento, la gente que pasa. Caminan, hablan por teléfono, se ríen, se preocupan.

Yo los observo.

Me doy cuenta: yo no puse nada de eso ahí. Ni los árboles, ni el viento, ni la gente, ni siquiera los teléfonos.

Ni siquiera a mí mismo.

Vuelvo la mirada a mi escritorio.

La computadora, las ventanas abiertas, la música que suena, el mate, un vaso con agua, un autito de cuando era chico. Ayer ordené, despejé un poco. Me gusta así.

Pero ¿yo creé todo esto? ¿La tecnología, el diseño, la energía, la silla en la que me siento?

Cierro los ojos. Respiro.

Siento el cuerpo, los pensamientos que pasan, la memoria de mis hijos, de mi mujer, de mis amigos. Estoy solo, pero no lo estoy.

Y me vuelve la misma certeza: no hice nada de esto. No diseñé ni mi mente, ni mi cuerpo, ni mi vida interna.

Y sin embargo, todo está ahí. Para mí. Conmigo.

Naturalmente.

Estas “obviedades” se hacen visibles a veces.

Podría listar una a una las cosas que son, que tengo, que no tengo, que quiero. Ninguna fue puesta por mí, y sin embargo… las habito.

A veces, manejando por la ruta a Córdoba, siento gratitud por la autopista. Alguien la pensó, la trazó, la construyó. Yo simplemente la uso. Pero otras veces ni la registro, solo porque está ahí.

Hay algo misterioso en la Gratitud.

Algo poderoso.

No se vive igual con ella que sin ella.

Te invito a que la observes.

No como una emoción puntual, sino como un estado. Un lugar interno. Un modo de estar y Ser en el mundo.

Mirá qué cambia en vos cuando aparece.

Y qué cambia cuando no.

Tomá nota. En serio.

Probá. Vas a ver que la vida se transforma.

O mejor dicho: uno se transforma. Y entonces, la vida responde.

Probalo. Te invito. Es gratis.

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